Apariencias

     Fue el choque el que rompió la máscara. 

    Meses y meses construyendo una máscara sonriente, una máscara que tuviese fulgor en los ojos, una máscara con margaritas, una máscara bonita que de súbito se resquebraja por el golpe de la impresión que me causó cuando luego del temblor fui a ver a mi pieza qué había sido el estrépito que hubo en ella: se había caído la caja y se habían salido las cosas que guardaba en su interior; la caja en la que yo guardaba las fotos, las cartas, algunos regalos y los objetos que eran representantes de lo mejor y lo peor que me había sucedido en la vida. Esos recuerdos dolían, dolían bastante, quizás mucho, quizás demasiado, no lo sé. 

   Observé los objetos por un breve instante previamente agacharme a recogerlos, era tan increíble  cómo no tenían ningún valor comercial, pero sí tenían un inmensurable valor sentimental. 

   ''Recuerdas cómo nos conocimos?'' Decía una carta en su prefacio. ''Por supuesto que lo recuerdo, mi amor!'' Recuerdo que pensé en el momento.

    Pero no, esta vez no, a pesar de que recordaba cada detalle como si hubiese sido hoy mismo, dolía de tal manera que no iba a permitirme invocar tales recuerdos, no obstante eso no disminuía la belleza de los mismos y tampoco estaba segura de querer borrarlos. Era muy complicado vivir de tal manera: prohibiéndome recordar y evitando el olvido. Vivir aterrorizada por el dolor que causaban y al mismo tiempo vivir aterrorizada por si llegase a olvidar cuán fantástico era amar -aunque solo fuese al principio-.

   Ahora debía agacharme y recoger la máscara, se le había destrozado la sonrisa y se le cayeron los brillos de los ojos, tenía que repararla para poderla continuar usando, no podía salir de mi pieza sin la máscara restaurada.