Mamá
Llega un día que esos zapatos gigantes que tanto te probaste te quedan. Un día entiendes todo lo que alguna vez criticaste: los límites, los retos, los enojos, las preocupaciones, los miedos. Y agradeces que estuvo y está ahí, acompañándote de cerca, cuidando, vigilando. Llega un día que te miras al espejo y la ves. Llega un día en el que solo piensas: yo haría lo mismo, gracias por todo. Porque siempre que somos niños criticamos sus decisiones, pensamos que lo haríamos mejor de otra manera, porque ella no sabe, ella no entiende. Creemos que somos muy maduros y que crecimos en una sociedad diferente, que ya no es como antes y por eso no puede comprender nuestras decisiones ni nuestro mundo. Pero llega un día en el que maduramos de verdad, llega un día en el que tú harías lo mismo que hizo ella, en el que te sientes más en su lugar que en el que una vez fue tuyo y, sorpresa, es tu nuevo lugar. Un día simplemente te vuelven las ganas del abrazo y el beso que a los 12 años rec